domingo, 27 de enero de 2013

Garicano: Corrupción normalizada

Luis Garicano nos advierte del envilecimiento que nos llena cuando la corrupción se va considerando poco a poco como algo normal. No se trata sólo de un daño económico, sino también más profundo sobre el capital humano. Nos recuerda que el crecimiento económico también depende de que las instituciones funcionen bien evitando la arbitrariedad, de modo que se puedan tomar decisiones a largo plazo.  Muestra el ejemplo de Illinois (EEUU), dónde los últimos gobernadores han sido unos corruptos, y han sido perseguidos por el fiscal. El último ha sido condenado a 13 años de prisión. El anterior a 6 años por "dar contratos a sus amigos a cambio de dinero y vacaciones pagadas y mentir al FBI al respecto."
Se pregunta Garicano "¿cuántos políticos españoles cumplirían esa definición?"
Cree que es impresdincible combatir la situación en España haciendo que funcione la justicia y propone:
  • Que nuestro sistema no sea tan garantista.
  • Despolitizar la justicia.
  • Objetivizar los indultos.
  • Hacer que muchos jueces trabajen más y promocionarlos por criterios objetivos y verificables (asuntos resueltos a tiempo, sentencias no revocadas en apelación...).

sábado, 26 de enero de 2013

Giner: Origen de la moral

Salvador Giner, en una entrevista de Francesc Arroyo, nos deja las siguientes perlas:
  • Como decía Pascal, la verdad es distinta a ambos lados de los Pirineos. También Montesquieu: en Marruecos hay poligamia y concubinas y al otro lado del Estrecho, la monogamia con amantes. El ser humano es racional en todas partes y eso le permite distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Todo el mundo sabe lo que es un robo, lo que es traición, cuidar a los hijos o abandonarlos. Esto es universal. Ahora se lleva mucho el todo vale: cualquiera puede optar entre varias posibilidades, elegir el matrimonio que quiera y separarse como si no hubiese hijos o problemas de deudas. Como si no hubiese crueldad mental y todo tipo de perversidades. Porque, concluyamos, el hombre es bastante malo. El sociologismo ingenuo que propone una estructura utópica donde todo el mundo se ama, no resiste.
  • Marx no se hacía ilusiones. La grandeza de Marx es que es dramático. El optimismo de la voluntad típico de los socialistas, de la izquierda, ha tendido a ocultar la crueldad. Por eso he dedicado bastante espacio a Schopenhauer y Nietzsche. Ninguno de los dos se hacía ilusiones. Son dos pesimistas aguafiestas (junto a Freud, que aplica las teorías de los dos primeros), pero no se puede hacer filosofía moral sin ellos. Los que la hacen son los filósofos analíticos. ¡Angelicales! Se plantean cuestiones de elección por un individuo racional, hacen teoría de juegos, pero no hablan del Tercer Mundo, sino de experimentos que se hacen en Harvard, en Chicago. Fui a algunas clases de Strawson y me aburrí mucho. Me interesaba más Hannah Arendt hablando de las cámaras de gas o diciendo que Eichmann no era culpable. Era un burócrata del terror. Hablaba de casos reales. La filosofía moral contemporánea se ha perdido en el análisis de la acción, la intención, el resultado. ¡Oiga, que ha habido cámaras de gas o un Pol Pot, que hay expedientes de regulación de empleo, que se ha producido la estafa de la banca! ¡Esos son los problemas de la ética!
  • Plantea un asunto crucial: ¿por qué la gente obedece? Por qué se manda, se comprende, pero la obediencia… Un hombre es colocado en un piquete, aprieta el gatillo y mata. Luego se va a almorzar. Ha cumplido órdenes. Eso está en La Boétie y en pocos más. Quizás en Freud. ¿Por qué somos tan bestialmente malos? Un león no lo es. Mata, pero no se ensaña ni tortura. El hombre es el único mono que tortura. Posiblemente hemos triunfado sobre el resto de la naturaleza debido a esa brutal agresividad. ¿Por qué? No lo sabemos, pero sabemos que las explicaciones sociológicas son insuficientes. Hay quien dice que los obreros son resentidos. ¿Por qué no iban a serlo? se pregunta Marx.
  • La responsabilidad no es colectiva, pero hay estructuras perversas. Hay un mal estructural. Y esa es la tragedia. Esto exige que el individuo se niegue a hacer el mal, que desobedezca. Y ahí se la juega. Eso es el heroísmo: una rareza. Sales a manifestarte con un millón de personas y es gratificante. Ir solo es diferente. Igual lo que nos gusta no es mandar sino obedecer. Es más sencillo.
  • La moral es social, pero el individuo tiene cerebro, razona y piensa en lo que lo determina. Somos, que se sepa, el único ser que piensa que piensa. La conciencia es libertad, poca, pero libertad. Ulises sabe que pasará por donde las sirenas y que no resistirá su canto, pero se hace atar y las oye. El hombre es el único animal que sabe lo que lo determina, pero es capaz de crear las condiciones para superarlo. Eso es la libertad: imaginar cómo ser libre oyendo las sirenas, aunque se sufra. Somos unas bestias muy raras, por eso tenemos moral. La miseria de la moral contemporánea es que, tras la crisis de los grandes mensajes, solo quedan las sectas. O los comités.
  • Estamos produciendo moral por negociación. Hay comisiones para hablar de la eutanasia, el aborto, la mayoría de edad. Con un médico, un filósofo, un cura (¿por qué?). Estamos gobernados por comisiones y muchas se llaman de ética. Tras burocratizar el mundo, estamos burocratizando la moral. Y esto pasa porque no tenemos claras las prioridades. Es en lo poco que estoy de acuerdo con los posmodernos: se han perdido las prioridades morales.

El origen de la moral. Ética y valores en la sociedad actual. Salvador Giner. Península. Madrid, 2012.

Giner, Salvador. El País, 26.01.2013. Babelia, página 12.

Cortina: Privilegios inmorales

Adela Cortina hace un diagnóstico de la sociedad en España  en el que identifica los inadmisibles privilegios de la clase política y de la financera: 
  • "[...] los privilegios de unas élites que se aseguran una vida espléndida con solo unos años de profesión, que gozan de retiros millonarios después de haber gestionado un banco de forma tan pésima que ha quebrado, un banco al que se ha inyectado dinero público. Después de haber llevado a un país a la ruina, sueldos elevados, buena colocación, coche oficial. El mundo del privilegio sin justificación posible no tiene sentido en una sociedad democrática."
Recomienda:
  • Reducir el número de políticos.
  • Diseñar mecanismos institucionales para combatir la corrupción.
  • Pocas leyes pero claras y que se cumplan.
  • Devolución del dinero público malversado por corrupción.
  • Eliminación de privilegios de los que usan fondos públicos.
  • Justicia eficaz.
  • Incorporar la ética a las formas de actuar.

domingo, 6 de enero de 2013

España: Mal Derecho

José María Ruiz Soroa defiende la tesis de que la elevada litigiosidad en España tiene que ver con la mala calidad del Derecho Positivo español: "la legislación es prolífica, precipitada, desordenada, poco cuidadosa, plural, solapada, técnicamente descuidada, volátil, declamatoria [...]". A lo que se añade que los tribunales interpretan "de forma novedosa, particular o directamente arbitrista (les atrae más hacer justicia que aplicar la norma), de manera que añaden un segundo grado de inseguridad decisional concreta al ya elevado de inseguridad definitoria básica."
Así pues, concluye, a diferencia de otros ordenamientos jurídicos en los que no se pleitearía porque se vería con claridad el resultado,  en España se pleitea siempre porque siempre hay posibilidad de que los tribunales le den a uno la razón.

viernes, 4 de enero de 2013

Köhler: Reformas alemanas y éxito empresarial

Holm-Detlev Köhler critica la idea de que las reformas de Schröder  en Alemania (Hartz y Agenda 2010) fueran el camino de austeridad que ahora habría conducido a Alemania al éxito. Los resultados de la Agenda 2010 han sido un empleo más precario, un riesgo para el sistema de formación profesional alemán y leyes chapuceras que han sido abandonadas.
La buena marcha de Alemania, según Köhler, contradice lo que dicen los expertos puesto que su éxito procede de que no es una economía de servicios sino industrial, no es de alta tecnología sino de tecnología media, está altamente regulada y tiene costes salariales altos e impuestos altos, con sindicatos poderosos y mucha intervención pública. Alemania no deslocalizó empresas, y se empeña en sus sectores tradicionales: Automóvil, maquinaria, química, electrotecnia, tecnología sanitaria, aparatos ópticos, protección del medioambiente. 
Pese a los malas politicas de los Gobiernos la fortaleza alemana "tiene su fundamento último en unas relaciones laborales cooperativas y en la participación activa de los sindicatos en la gestión de las empresas." Fueron de hecho los sindicatos los creadores de la solución kurzarbeit, por medio del que las empresas hacen reducciones temporales de trabajo para capear tormentas sin perder capital humano, el cual recibe reciclaje y el 60% del salario de las horas no trabajadas:
  •   Un empresario alemán aprovecha los momentos de coyuntura económica expansiva para invertir en nuevos equipamientos y tecnologías, que le permiten mejorar la productividad de su empresa y la competitividad de sus productos, y pacta con los sindicatos medidas de reducción de jornada y de formación continua en tiempos de crisis, que le permiten retener mano de obra cualificada. Mientras, un empresario español contrata en épocas boyantes mano de obra barata a través de contratos temporales, lo que no le permite mejorar ni en productividad ni en competitividad, y después opta por el despido masivo y se aprovecha de la crisis para exprimir a los empleados restantes.
Según Köhler se tendría que aprender más de empresarios y sindicatos alemanes que de políticos y banqueros alemanes.
Köhler, Holm-Detlev. "El mito de las reformas en Alemania". El País, 04.01.2013.

Ilusión del fin de la historia

Descartes decía con cierta ironía que la razón, como facultad de pensar, está tan bien repartida entre el género humano que nadie parece reconocer estar mal provisto de ella. La Rochefoucauld lo expresaba diciendo que todos se quejan de su memoria pero nadie se queja de su capacidad para enjuiciar. 
Ahora el psicólogo Daniel Gilbert y su equipo han investigado a más de 19.000 personas de entre 18 y 68 años de edad y tratan de mostrarnos cómo funciona nuestra capacidad de previsión y decisión cuando el factor tiempo entra en juego. Primero formulan a cada individuo una serie de preguntas sobre su personalidad y luego se las vuelven a formular pero respecto de lo que pensaban 10 años antes, y finalmente las reiteran de nuevo pero considerando el supuesto de que cada cual estuviera 10 años más tarde en el futuro. La conclusión que obtienen es que tanto las personas jóvenes, como las de mediana edad y también los mayores creen que han cambiado mucho respecto del pasado pero que cambiarán relativamente poco de cara al futuro. 
Parece que "miran al presente como un momento de inflexión en el que finalmente han llegado a ser la persona que serán el resto de sus vidas. Esta 'ilusión del final de la historia' tiene consecuencias prácticas pues hace que la gente pague un alto precio respecto de las oportunidades futuras al dejarse llevar por las preferencias actuales."