domingo, 18 de noviembre de 2012

Krugman: Muerte de Horacio Alger

En 2008 Paul Krugman recibió el premio Nobel de Economía por sus análisis acerca de modelos de comercio internacional y la localización de la actividad económica. Antes, en 2004, había recibido el Premio Principe de Asturias. Seguramente alguno de esos análisis premiados deben estar en el trasfondo del artículo que Krugman, profesor en Princeton y columnista de The New York Times, publicó en 2004 bajo el título de "La muerte de Horacio Alger", haciendo referencia a aquel escritor americano en cuyas novelas se difundía la idea del pobre que con su trabajo y tesón alcanzaba la riqueza mostrando la vigencia del sueño americano. 
En lo que sigue vamos a glosar el mencionado artículo de 2004, especialmente porque después de la crisis de 2008, de la que todavía en 2012 ni Europa ni EEUU se han recuperado, puede resultar interesante echar un poco la mirada atrás, para ver mejor hacia delante.
Cuenta Krugman que se encontraba leyendo un periodicucho izquierdista en el que se formulaban ofensivas críticas a América, puesto que se decía que se había vuelto una sociedad en la que el pobre tendía a ser pobre por mucho que trabajara y en la que los hijos heredaban el estatus socioeconómico de sus padres mucho más que en la generación anterior.
Pero el periodicucho era nada menos que Bussines Week [un semanario de economía proclive a tendencias un tanto republicanas] que publicaba investigaciones recientes en el sentido de que la movilidad social en EEUU (la cual nunca fue tan alta como pretendió la leyenda) había descendido considerablemente en las últimas décadas. América se parecía más y más a una sociedad de clases.
Lo cierto, según Krugman, es que los líderes políticos se han dedicado a hacer todo lo que han podido para fortificar la desigualdad social, al tiempo que han denunciado a cualquiera que se quejara de ello como si éste fuera un partidario de la "lucha de clases."
En los años '70 la sociedad de los EEUU estaba formada fundamentalmente por la clase media, pero no siempre fue así. Durante la época de los gremios fue una sociedad muy desigual, lo que permaneció hasta 1920. Sin embargo durante los años '30 y '40 América experimentó lo que los historiadores han llamado la Gran Compresión: un acortamiento de las diferencias de los ingresos, probablemente como resultado de las políticas del New Deal. Y ese nuevo orden económico persistió más allá de una generación: fuertes sindicatos; impuestos sobre las herencias, los beneficios empresariales y los elevados ingresos; estrecho escrutinio público sobre las actividades empresariales... Todo ayudaba a mantener relativamente pequeñas las diferencias de los ingresos.  La economía fue enormemente igualitaria y una generación después las desigualdades de 1920 parecían estar lejos.
Ahora han vuelto. Según las estimaciones de los economistas Thomas Piketty y Emmanuel Saez, confirmadas por los datos de la Oficina presupuestaria del Congreso, entre 1973 y 2000 el promedio de ingresos reales del 90% de los contribuyentes con ingresos más bajos cayó un 7%, mientras que los ingresos del 1% con ingresos más altos crecían en un 148%, los ingresos del 0,1% con ingresos más altos crecían un 343%, además de que los ingresos del 0,01% con ingresos todavía más altos crecían un 599% (datos que excluyen las ganancias del capital, de manera que no se trata de un resultado de burbuja bursatil). Así, la distribución de los ingresos en los EEUU ha vuelto a la de la desigualdad de los tiempos de los gremios.
Naturalmente hay defensores de la situación actual que preparan documentos en los que señalan la falacia de los argumentos que señalan la "lucha de clases." Así, dicen, América no es una sociedad de castas, sino que alguien con muchos ingresos este año puede tenerlos menores el que viene, y viceversa. Pero los rojillos de Bussines Week insisten en que economistas y sociólogos vienen diciendo desde hace tiempo que América es hoy una sociedad de castas más de lo que pensamos, con unos límites entre castas que se han ido haciendo más y más rígidos con el tiempo.
El mito de la movilidad en los ingresos siempre excedió la realidad. Como regla general, una vez que se llega los 30 años, no hay demasiados cambios en los ingresos. Los conservadores citan estudios que tratan de mostrar esos cambios a lo largo de las vidas laborales, pero hay economistas que han mostrado su falta de seriedad.
Es verdad que América fue un lugar con una importante movilidad intergeneracional. Los hijos a menudo mejoraron respecto de sus padres y así ocurrió durante los treinta años siguientes a la Segunda Guerra Mundial, cuando el 23% de los hijos de padres situados en el tramo del 25% con menos ingresos pasaron al nivel superior. Por eso en aquel tiempo el sueño americano fue para muchos una experiencia real.
Pero ahora Bussines Week cita un nuevo estudio que señala que aquel número ha bajado al 10%, por lo que la movilidad ha caído drásticamente. En la actual América se tiende a estar en la clase social y económica en la que se ha nacido. Bussines Week lo atribuye a la "Wal-Martización" de la economía [modelo de los hipermercados Wal-Mart], esto es, la proliferación de trabajos con largas jornadas, bajo sueldo y nulas posibilidades de promoción [dead-end job], y la desaparición de trabajos que permitan la entrada en la clase media. Según Krugman eso es seguramente una parte de la explicación, puesto que la política también juega un papel en todo ello; y, si todo continua así, cada vez será un papel más importante en el futuro.
En este sentido, Krugman propone una especie de juego de adivinanzas en el que tendríamos que suponer que somos defensores de la sociedad de castas, y que estamos buscando maneras de influir en el Gobierno para promover la protección de las ventajas de los que tienen frente a los que no tienen. ¿Qué haríamos?
Señala Krugman que una cosa que definitivamente haríamos es deshacernos de los impuestos sobre las herencias, así las grandes fortunas podrían pasar a la siguiente generación. Más en general querríamos reducir los tipos impositivos tanto sobre los beneficios empresariales como sobre otros ingresos no de rentas del trabajo como dividendos y ganancias de capital, de modo que aquellos bienes acumulados o heredados podrían seguir acumulándose más fácilmente. También querríamos tratar de crear paraísos fiscales principalmente para uso de los ricos. Y en un sentido más general, querríamos reducir los tipos impositivos para la gente con altos ingresos, trasladando la carga fiscal a los impuestos sobre las nóminas y otras fuentes de ingresos que tienen que ver más intensamente con la gente que tiene menos ingresos.
 Mientras tanto, por el lado del gasto haríamos recortes en el gasto sanitario para los pobres, en la calidad de la educación pública y en las ayudas del Estado para la educación superior. Esto haría más difícil que la gente con menores ingresos pudieran salir de sus dificultades y adquirir la esencial educación para que pueda haber movilidad en una economía moderna. Y para cerrar tantos caminos como fuera posible a la movilidad, haríamos todo lo posible para romper la fuerza de los sindicatos y privatizaríamos funciones gubernamentales de modo que los bien pagados servidores públicos podrían ser reemplazados por peor pagados empleados privados.
¿Nos suena familiar todo esto o no?
¿A dónde nos lleva esto? El trabajo de Piketty y Saez ha transformado nuestra comprensión de la distribución de los ingresos, nos advierten de que las políticas actuales al final quieren crear "una clase de rentistas en EEUU, dónde un pequeño grupo de chicos ricos pero faltos de talento controlarán amplios sectores de la economía de EEUU, mientras que chicos con talento pero sin dinero simplemente no podrán competir." Dice Krugman que si ello es cierto, y él teme que lo es, terminaremos sufriendo no sólo por la injusticia, sino también por el desperdicio de un amplio potencial humano. "Adiós Horacio Alger, adiós sueño americano."
Krugman, Paul. "The Death of Horatio Alger". The Nation. 05.01.2004.

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