sábado, 16 de junio de 2012

Economía y Ética: Crisis de confianza y "moral hazard"

Resulta muy interesante que los quasi-doctorados acelerados en Economía que los ciudadanos cursan a través de los diferentes medios y publicaciones para entender la crisis que nos afecta, terminen confluyendo en conceptos como "moral" o "confianza". Así pues, sin desmerecimiento de la ciencia económica, es tiempo de reivindicar aquella vieja parte de la Filosofía que es la ciencia Ética; que es propiamente filosófica, aunque sólo sea porque se ve claramente hoy que la Ética es primera, anterior, previa a la Economía; o, dicho de otro modo, en el trasfondo de la Economía está la Ética, los valores éticos.
El viejo concepto económico británico de "moral hazard" aparece constantemente en los círculos de poder económico para dilucidar la cuestión de hasta qué punto y en qué momento hay que rescatar a los países con dificultades. Creemos que no es meramente un concepto económico, sino un concepto ético. Aplicado al problema práctico de la actual crisis europea, funciona así: Si se ayuda a los países que han cometido errores, o se les ayuda demasiado pronto, entonces hacemos que sus comportamientos sean distintos de los que habrían tenido si hubieran estado expuestos a las consecuencias de sus errores; con lo que no rectifican los errores. Así pues, si no se rectifican los errores, entonces se pierde la confianza en dicho país, puesto que insistirá en los mismos errores (otra cuestión distinta es determinar si en la comisión de los errores hay factores externos coadyuvantes). Una ayuda o rescate puede ser vista entonces como un factor que incrementa el "moral hazard", por lo que las agencias de calificación rebajan el indicador de seguridad de los bonos de deuda de dicho país; y, en consecuencia, los inversores prefieren invertir en otra parte (Schieritz). De hecho algún economista ha hablado de que la crisis de confianza en un país no se resuelve hasta que los "búfalos" vuelven a "pastar" en él. Por "búfalos" hay que entender los fondos de inversión de millones de ahorradores que tienen aversión al riesgo y sólo pastan/invierten en activos calificados triple A.
"Moral hazard" hace referencia a un riesgo derivado de la subjetividad, un cambio de conducta respecto del acuerdo inicialmente contraído. En este caso se pierde la previsibilidad y por tanto la confianza. Hablamos en suma de comportamientos, de la previsibilidad de la costumbre, de moral (latín: mos, moris = costumbre). Así, si los comportamientos son tramposos, se pierde previsibilidad y confianza; si son erráticos, también. Ahora bien, también puede haber costumbres que generan riesgo. Si la canciller alemana dice que España está pagando los problemas de diez años de errores al alimentar la burbuja inmobiliaria, se está refiriendo a una costumbre que, por insostenible, introduce graves factores de imprevisibilidad, puesto que resulta previsible que no podrá hacer frente a sus obligaciones en cuanto al pago de la deuda si, por cualquier razón, la burbuja explota. Especialmente cuando se suele saber que las burbujas explotan, sean del tipo que sean.
Si un país con problemas de deuda, sea pública o privada, quiere evitar el caos, la cuestión es entonces cómo conseguir que, en el contexto del capitalismo de búfalos, se convierta en un buen pasto confiable y previsible. Seguramente habría que hacer varias cosas a la vez. Entre ellas no cabe duda que habrá que reducir la deuda. Pero, a menos que se quiera incurrir en un mayor "moral hazard" esta vez interno, tendrán que pagar más quienes mayores errores han cometido dentro del país. Si no es así, el país entrará en graves conflictos internos y eso lo hará imprevisible visto desde el exterior. Así pues, cuando se dice, por ejemplo, que hay que rebajar los sueldos de los funcionarios porque el Estado no se lo puede permitir, se está haciendo pagar a quienes problablemente menos responsabilidad tienen en los errores cometidos. Esto no puede generar unas buenas costumbres, ni siquiera unas costumbres económicamente sostenibles, aunque sólo sea por la imprevisibilidad que generarán los conflictos irresueltos. Probablemente si los responsables de los errores pagaran por los mismos, podría resultar éticamente aceptable una bajada de sueldos no sólo de funcionarios, sino de todos. Rafael Argullol lo argumenta de manera precisa ("La estatua de sal". El País, 16.06.2012): Si no se depuran las responsabilidad de la crisis económica en España (burbuja inmobiliaria, bancos, supervisores, políticos, poder judicial, etc.), entonces la responsabilidad es colectiva, con lo que damos la razón a quien dice que deben pagar todos los ciudadanos en España o en Grecia porque todos son responsables por acción u omisión. Que una recuperación moral es posible, lo podemos ver en Islandia, dónde la ciudadanía tomó las riendas, puso un nuevo Gobierno, se dejó caer a los bancos y se llevó a los tribunales a cuantos parecían responsables. Es decir, los ciudadanos afirmaron no sólo con palabras sino con sus conductas que ellos no eran los responsables, por ello identificaron a los auténticos responsables, los expulsaron y los encausaron, tomando el control democrático de su futuro. Con ello, el Estado islandés ha recuperado la confianza y los búfalos han vuelto porque los ciudadanos han dado muestras de que su conducta limita el riesgo moral. Se enderezan las costumbres, la moral, hay justicia.
En conclusión, la Economía (oikos nomos) sin moral no es ningún "nomos" sino un "caos". Volvamos a la Ética.

Nota:
En inglés hay una cierta diferencia, no menos interesante, entre "moral hazard" y "moral risk". Hablaríamos de hazard cuando el riesgo es conjurable adoptando medidas, mientras que el risk depende del azar y siempre está presente.

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